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La codicia de las farmacéuticas, la enfermedad más mortal (11/05/2023).

Un importante número de empresas farmacéuticas tiene deslocalizados sus centros de producción, lo que genera una problemática en el control de calidad de los medicamentos sin que las autoridades sanitarias realicen las auditorías necesarias.

El sector farmacéutico es uno de los más opacos que existen y, por supuesto, uno de los más rentables puesto que las medicinas son fundamentales para la cura de enfermedades. Ante un problema de salud, las personas están dispuestas a pagar lo que haga falta, y ese es un factor que aprovechan al máximo las grandes corporaciones farmacéuticas.

Sin embargo, este sector también es uno de los que más codicia corporativa demuestra y, sobre todo, el que menos escrúpulos tiene porque, ante los resultados de la cuenta de explotación, cualquier cosa vale, incluso poner en peligro la vida de millones de personas.

Uno de los mayores fraudes protagonizados por empresas de este sector fue el de la canadiense Valeant Pharmaceuticals International, cuyos principales directivos e inversores, potenciaron una estrategia por la cual se reducía al máximo el presupuesto de investigación y desarrollo para dar unos mejores resultados, tanto en la cuenta de explotación como en el mercado. Además, Valeant, cuando tenía dificultades, aumentaba indiscriminadamente los precios de sus medicamentos, además de defraudar a los seguros médicos miles de millones de dólares.

Deslocalización de las plantas de producción

Durante años, las grandes compañías farmacéuticas han dependido de medicamentos producidos en el extranjero para satisfacer la elevada demanda de aquéllos. Esto ha provocado que los reguladores de medicamentos no puedan realizar las auditorías correspondientes de esas plantas de producción. De eso también se aprovechan las corporaciones farmacéuticas.

Esta negligencia regulatoria provoca que cada vez sea más habitual que se retiren lotes de medicamentos que ya han sido comercializados por incumplimientos de la normativa o por la detección de resultados «fuera de especificaciones en los ensayos de valoración, dureza y sustancias relacionadas».

Recientemente, en Estados Unidos se han producido una serie de muertes vinculadas a gotas para los ojos que habían sido producidas en plantas deslocalizadas en la India que estaban contaminadas con bacterias. Otras personas se han quedado ciegas. El gran problema es que esos lotes no habían sido inspeccionados por la Agencia de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés).

En Estados Unidos, las inspecciones de la FDA a productos fabricados en plantas deslocalizadas, principalmente en India y China, se han reducido drásticamente a pesar de que la cantidad de fabricantes se ha mantenido relativamente estable. En el año fiscal 2019, el año anterior a los viajes y movimientos limitados por la pandemia de COVID-19, la FDA inspeccionó el 37% de los casi 2.500 fabricantes en el extranjero; en 2022, la agencia solo inspeccionó el 6%. En India, donde se originaron las gotas para los ojos contaminadas, la FDA inspeccionó solo el 3% de los fabricantes en 2022, significativamente menos que en 2019, cuando se inspeccionaron el 45% de las plantas.

Además, se está produciendo un hecho perturbador. A los fabricantes deslocalizados se les avisa rutinariamente antes de una inspección y se les permite proporcionar sus propios traductores, lo que podría hacer que la información recopilada no sea muy fiable

Entre los establecimientos extranjeros que nunca habían sido inspeccionados se encontraba una fábrica de Global Pharma Healthcare en Tamil Nadu que producía lágrimas artificiales vendidas por las empresas estadounidenses EzriCare y Delsam Pharma. Como un producto de venta libre que no requiere la aprobación de la FDA, las gotas para los ojos cayeron en otro punto ciego regulatorio. 

Aunque la FDA tiene la autoridad para inspeccionar a los fabricantes de productos de venta libre antes de que se vendan a los consumidores, no existe el requisito de que se realice una inspección antes de la venta, a diferencia de los medicamentos recetados.

Según el informe de 2022 de la GAO sobre las inspecciones extranjeras de la FDA, una creciente acumulación de fabricantes programados para inspecciones de vigilancia rutinarias se está sesgando en una dirección preocupante. El porcentaje de fabricantes extranjeros que no han sido inspeccionados en cinco años, o que nunca han sido inspeccionados, ha aumentado del 30% en 2020 a más del 80% en 2022. Esto representa el mayor riesgo para la salud pública pero que beneficia a las compañías farmacéuticas.

Hay que tener en cuenta que la deslocalización de la producción o la externalización de la misma supone un ahorro de costes y un incremento de beneficios netos muy importante. Sin embargo, esto podría aplicarse a otros sectores empresariales de corte más industrial, como el automovilístico o el tecnológico.

En cambio, los gobiernos no pueden jugar con la salud de las personas, dejando que la codicia se imponga sobre el cuidado de la vida. El margen de beneficios debe quedar de lado cuando se trata de las medicinas que se suministran a los seres humanos. Si unas gotas de lágrima artificial han provocado la muerte de varias personas, ¿qué no ocurrirá con otros medicamentos que son utilizados para enfermedades mucho más graves?

Enlace relacionado Diario16.com 09/05/2023.

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