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El Banco de España pide mano dura contra la población.

El Banco de España pide mano dura contra la población mientras contrata sanidad privada (con nuestro dinero) para sus empleados de servicios centrales.

Que el Banco de España es un apéndice de los intereses del capital no es ninguna novedad, lo que tampoco sorprende es que haga seguidismo de las recetas del Fondo Monetario Internacional.

Así, a las 48 horas de que el FMI exigiera más ajustes económicos e incrementar el copago en sanidad y educación, con la rapidez del alumno aventajado, el Banco de España hizo suyas las exigencias el FMI reclamando al gobierno que aplique subidas de impuestos que permitan recaudar más por IVA, impuestos especiales y medioambientales, recortes de gasto para reducir el déficit, así como una nueva reforma laboral más drástica que la de 2012.

Pero mientras el Banco de España pide al gobierno aplicar mano dura contra la población, no se la aplica a su entorno. En este sentido es vergonzoso que acabe de licitar la “contratación de una póliza de seguro colectivo de asistencia sanitaria para los empleados del Banco de España en los servicios centrales” hasta 2019, (prorrogable 10 años más, hasta 2029) por valor de 17.324.600,16 € solo para los cuatro años iniciales, con prestaciones a las que no tiene acceso el resto de la población (franquicias dentales, podología, psicología, crio-conservación de células madre, reproducción asistida, etc) y que incluye además de a los empleados en activo y prejubilados, a sus pensionistas y sus cónyuges y a los familiares de los dos grupos anteriores, mientras apoya las medidas del FMI de más recortes y copagos en sanidad. De nuevo, dinero de todos para ofrecer sanidad privada, sin listas de espera, a la élite que diseña las medidas de ajuste.Es más curioso todavía que la existencia de redes paralelas de asistencia sanitaria privada, financiadas con el dinero de todos,  no haya merecido ni una línea en los programas electorales de ningún partido político, ni de los emergentes que “venían a hacer nueva política”, ni de los “sumergidos”  que nos tenían acostumbrados ya a la vieja política, con lo que todo indica de que no es posible “nueva política” (más allá de los gestos) desde las instituciones, y de que no hay cambio posible que no pase por la organización y la movilización sostenida de la población, al margen de los partidos políticos, luchando por el control y la gestión directa de los servicios públicos.

Junio de 2015.

Enlace CAS Madrid.

 

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